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La presidenta de la FAM, Marcela Ruiz, dialogó con Aida Kemelmajer, reconocida por sus aportes al código, su trabajo es objeto de análisis y debate en el ámbito jurídico.
Marcela Ruiz- Hola Aida para nosotros, y para mí personalmente, es un gusto poder hacerte esta entrevista. Muchos de los que nos dedicamos al derecho, a la justicia, soñamos con tener una conversación con vos. ¿Te das cuenta lo que generas en la gente?
Aída Kemelmajer- No, la verdad es que no. Entiendo que después de la entrada en vigencia del Código Civil y Comercial, gracias a juezas como vos y con gente que nos dio tanto apoyo, la gente nos conoció a los autores del proyecto.
Ruiz- Creo que tu trabajo y tus palabras trascienden las generaciones, los lugares. A mí me impresiona. Si nosotros le pedimos a cualquiera que nos mencione una mujer referente de la justicia, sale tu nombre.
Kemelmajer- Yo te agradezco mucho lo que decís Machi. Lo único que puedo decir es que, en mis 26 años en la Corte de la provincia de Mendoza, sentía un gran peso y una gran responsabilidad porque sabía que éramos pocas las mujeres que habíamos llegado a los Superiores Tribunales. Y cada una de nosotras tenía la responsabilidad de hacer las cosas lo mejor que se puede, porque eso es lo que nos ha caracterizado a las mujeres. Yo había llegado al techo de cristal a nivel provincial, y tenés que rendir examen con cada sentencia. El problema es que a veces ese examen no se le pide a las personas del sexo masculino ¿No es cierto? Si una mujer saca una sentencia mediocre, no demasiado buena, se la señala: “Mirá esta mina la sentencia que dictó”. Entonces yo te digo sinceramente, siempre sentí ese peso, esa presión, esa necesidad de hacer lo mejor que yo podía. Por supuesto siempre hay gente que lo puede hacer mejor que uno, pero yo sabía que tenía que hacer los lo mejor por este compromiso que siempre he sentido respecto de las otras mujeres.
Cuando ingresé a la Corte de la provincia, que fue el 4 de enero de 1984 con el gobierno constitucional, ninguna mujer había estado en la Corte de la provincia de Mendoza, entonces el peso era muy grande y yo era muy joven, no había cumplido todavía los 40 años. Siempre decíamos con mi queridísima y recordada amiga, Berta Kaller de Orchansky de Córdoba, que a nosotras nos faltaba ser negras porque éramos mujeres, éramos jóvenes, éramos judías, entonces
lo único que nos faltaba era ser negra para responder a todas las categorías de
las minorías. Las dos sentíamos que teníamos que responderle a todos estos colectivos de los que formábamos parte.
Ruiz- ¿Que ha sido en tu vida el Código?
Kemelmajer- Creo que mis ideas tienen un impacto diferente en el ámbito jurídico, antes y un después del Código. Porque yo he dado otras batallas que no fueron las del código y esas me han hecho ser conocida en otros ámbitos, como las batallas por la interrupción del embarazo, por el matrimonio igualitario, son todas las batallas que tuvieron un impacto en poblaciones que no pertenecen al ámbito jurídico. Pero me generaban amigos y enemigos. Se creaban profundas diferencias replicadas por los medios masivos de comunicación y las redes. Afortunadamente no me he equivocado en esas batallas que he dado en mi vida.
Ruiz- ¿Has perdido batallas?
Kemelmajer- Claro que se pierden batallas. Yo quise establecer la Justicia
Restaurativa cuando era jueza de la Corte de Mendoza, pero se perdió la batalla.
Con respecto al Código, yo trabajé en 3 proyectos hasta que por fin salió.
Ruiz- ¿Por qué ha salido? Vos qué opinas
Kemelmajer- Napoleón decía que un código es el producto del poder político, o sea hubo un momento que hubo poder político para dictarlo. Y por eso salió. Es un acto de poder decía Napoleón y es verdad. Fíjate que el código estuvo paralizado en el Congreso casi un año hasta su tratamiento. Y bueno, alguien debe haber dado la voz de aura diciendo se levanta la prohibición y venga.
Ruiz- ¿Y qué pensás de la justicia antes y después del código?.
Kemelmajer- Yo pienso que en la justicia civil en general y sobre todo la justicia de familia, hay un antes y un después del código. Es una justicia como la hemos querido, menos abstracciones y más centrada en el caso. Pienso que es una justicia que se acerca más a las necesidades litigantes, no a las abstracciones. Y eso creo que es muy importante.
Ruiz- Yo en la facultad siempre le digo a los alumnos el tema de los fundamentos, los aspectos valorativos del código. ¡Qué gran acierto! Qué gran acierto que ustedes hayan visto esta declaración de principios en nuestro Código Civil y Comercial.
Kemelmajer- Claro, ese título preliminar que es muy importante, idea del Doctor Ricardo Lorenzetti. Estaba en sus libros y bueno, los demás hemos agregado algo.
Ruiz- Yo me he conmovido mucho con tu Honoris Causa. Las palabras que te dedica Lorenzetti son impresionantes. Calculo que, si yo me he conmovido, me imagino lo que debe implicar para vos. Lorenzetti ha dicho que vos merecías estar en la Corte Nacional, y es algo que muchos de nosotros opinamos.
Kemelmajer- El honoris causa en Buenos Aires fue un acto muy importante. Significó mucho para mí. Ya había tenido la satisfacción de haber recibido elm doctorado honoris causa en el extranjero, en la Universidad de París, la Universidad de Montpellier, que fue un acto precioso también, con música de Piazzola. Pero claro, en Buenos Aires había mucha gente de todo el país, ese salón tan lleno fue muy importante para mi.
Ruiz- ¿Desde cuándo sos docente?
Kemelmajer- Ingresé a la docencia, apenas me recibí. Nunca me voy a olvidar. Me recibí en una Universidad privada, era un grupo muy pequeño, porque en esa época en Mendoza no había Facultad pública de Derecho.
Ruiz- ¿Había muchas mujeres?
Kemelmajer- No. Pero el grupo era pequeño y muy unido. Competíamos por las notas y se hicieron amistades muy profundas. Cuando terminé, fui a la facultad a hablar con quien era el secretario en esa época. que le decían “el perro”, así que imaginate lo que era. Entonces le digo que me gustaría escribirme alguna cátedra para seguir estudiando. Y lo que nunca me imaginé es que el secretario me dice “usted tiene que ir a la cátedra de obligaciones”. En obligaciones el profesor que estaba, era hombre muy exigente, muy importante para Mendoza, un gran abogado, se llamaba Hernán Cortés. Pero era un hombre difícil en las relaciones. Pero siempre le estaré agradecida porque realmente tuve que estudiar la columna vertebral y ahí empezó mi amor por la responsabilidad civil y todo eso. Pero siempre tuve en la cabeza que tenía que seguir la línea, eso me lo había enseñado a otro profesor de Derecho Civil, muy querido para mí, a quien le dediqué un libro. Él me me decía, que había que hacer como hacían los grandes profesores de derecho civil, que daban los cinco civiles de aquella época. Y esa fue mi gran ilusión y la cumplí. Empecé por obligaciones, pero di contratos, reales, familia, sucesiones, y me faltaba la parte general. Ahí me fui a dar clases a Ciencias Económicas y di la parte general también. O sea que yo pude cumplir también esa ambición de haber dado clase en todos los civiles.
Ruiz- ¿Cuándo empezamos con Penal?
Kemelmajer- Penal y Justicia Restaurativa se lo debo a Marilyn Fontemachi, quien me llevó a escuchar a un juez canadiense. En aquella época la gran crítica era que a los chicos menores infractores se los ponía en los mismos lugares donde se ponía a un chico que no tenía cuidados familiares ni nada. Era la época en la que había un instituto y allí metían a todos los que se portaban bien, los que se portaban mal, todos estaban ahí. El juez canadiense empezó a contar que en las comunidades originarias de los pueblos indígenas en Canadá, que han sido siempre muy discriminadas, había un número muy elevado de jóvenes de esas comunidades originarias que estaban en la cárcel. Por eso entonces estaban instrumentando todo un sistema de Justicia restaurativa. A mi me pareció muy interesante. Ya me habían invitado a participar en un Instituto de Investigaciones que se llama Istituto per la ricerca sulla riforma giudiziaria en Bolonia, Italia, que me habían invitado a hacer un curso de 2, 3 meses, con la obligación que yo después tenía que hacer un trabajo de investigación y sacar un libro publicado. La vice directora de ese centro, era una psicóloga, Ana Mestis que había venido a la Argentina varias veces con el director, que era un penalista muy famoso en Italia. Ellos también me hablaban de la justicia restaurativa. Así fue como me fui a Bolonia y de ahí salió el libro.
Ruiz- ¿Y hablas el idioma?
Kemelmajer- Sí, yo hablo italiano, francés e inglés, hablo y entiendo por lo menos. En Francia, si vos queres que te inviten, tenes que hablar francés, si no estás perdido. Y en Italia bueno, ellos hacen más esfuerzos. A mí, por ejemplo, me han seguido invitando a pesar de mi edad, porque en realidad no me podían seguir invitando porque los visiting professor tienen que tener la edad del profesor antes de jubilarse. Lo mismo pasó en Francia. Empecé a ir en el año 1988 y después seguí yendo con bastante asiduidad, periódicamente. Francia me abrió las puertas de Italia.
Ruiz- Hablanos de Lola Mora.
Kemelmajer- Mi amor por Lola Mora. Vos sabes que a mí me gusta mucho el arte en general. Mientras estuve en la Universidad hacía teatro también con un grupo de la Facultad de Ciencias Económicas. Cuando era chica también tocaba el piano. Y con Lola Mora me empezó a enamorar la imagen de la justicia, después de eso me puse a leer toda la historia de ella, tan interesante, que historia tan impresionante.
Ruiz- Última pregunta, la Familia.
Kemelmajer- Dentro de los riesgos que yo corrí en mi vida, corrí también el riesgo de casarme con alguien que no era lo tradicional porque yo venía de una familia judía y mi marido era católico. Mi cuñada, rectora de un colegio católico, o sea que no era un catolicismo no activo. Pero bueno ahí, las dos familias supieron entender que el amor es lo que tiene que primar.
Ruiz- También haces un montón de cosas con tu hermana.
Kemelmajer- Sí. Mi hermana se dedicó al arte directamente. Ella era bailarina. Pero resulta que cuando fue a Chile, la escuela de danza la dirigía un alemán famoso, Otto. Tuvo una caída y eso le impidió seguir siendo bailarina, entonces se dedicó a la coreografía. Mi hermana ha sido coreógrafa de la Fiesta Nacional de la Vendimia, una persona muy talentosa.
Por supuesto que nada de esto para mí sería posible si no tuviese dos hijos maravillosos, tengo cuatro nietos, mi nieta, la segunda, se acaba de recibir de abogada.
Ruiz- ¿Qué sentís al tener una nieta abogada?
Kemelmajer- Imagínate, tercera generación de abogados. Ni mi marido ni yo veníamos de familias de abogados, mi hijo decidió no ser abogado pero mi hija sí.
Y ahora que mi nieta se recibió. Es algo muy especial. Y tenemos ideas muy diferentes, así como yo las tenía con mi marido, nunca nos unió lo que pensábamos, éramos dos personas completamente diferentes. A nosotros nos unían las cosas que hacíamos, los viajes que disfrutábamos, el trabajo que hacíamos. Si él ganaba un juicio, yo me alegraba, si yo ganaba o me daban un honoris causa, la alegría era de él.
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